viernes, 17 de septiembre de 2010

De Tácticas y Estrategias
Horacio Besson

Alejandría y Teherán: morir 16 siglos después



Los espejos de la historia no alimentan mucho nuestro optimismo. En ellos, la humanidad refleja un rostro que pese a muchos avances científicos, tecnológicos, filosóficos y en campos como la democracia y los derechos humanos, aún muestra un destello primitivo y bestial.
Alejandro Amenábar nos lo recuerda. En su excelente película Ágora, la intolerancia y el fanatismo, mezclados con la misoginia, se presentan como pilares del poder para destruir a la razón. Libros-ideas, arte, construcciones, creencias, “ídolos” y vidas son arrasadas por aquellos que prostituyen, devalúan y traicionan su propia fe.
Pero Ágora no es sólo un recuerdo para sentir indignación ante la barbarie cometida hace muchos siglos. La intolerancia, nos recriminan los espejos, no es exclusiva de una época, de un pueblo o de una religión: Hipatia y Alejandría —personaje y ciudad de Ágora— no nos quedan tan lejos en este siglo XXI. Mil seiscientos años después, más allá de la exasperación que pudiera causar a los espectadores los acontecimientos que narra Ágora, la realidad supera a las salas del cine.
Se llama Sakineh Mohammadi Ahstiani. Es iraní y está condenada a muerte. “Algo habrá hecho”, argumentarán aquellos que defienden la pena capital. Su gran pecado es haber sido infiel. Poco importa que, en caso de haber tenido quereres con otro hombre, estos hubieran sido cuando Ahstiani ya era viuda. Enredados en su propio proceso y sabiendo lo endeble de las pruebas, las autoridades iraníes acusaron a Sakineh de haber colaborado en el homicidio de su esposo.
Pero no es sólo la condena a morir. Sino la forma en que debe hacerlo. Así, Sakineh, en caso de que se cumpla la sentencia, será enterrada hasta el pecho y golpeada hasta la muerte con piedras. Pero la crueldad se ensaña en los detalles y la lapidación tiene sus directrices: las piedras no deberán ser “tan grandes como para matarla de forma instantánea, ni tan pequeñas que no le causen daño”.
Ante la indignación internacional, Teherán suspendió, que no canceló, la ejecución de Sakineh. Todo será cuestión de tiempo y de la presión que los gobiernos de distintas naciones puedan hacer. Pero también nosotros podemos mostrar nuestra oposición. El blog freesakineh.org tiene más de 338,319 firmas de personas (actores, periodistas, cantantes, escritores, ex presidentes, filósofos, entre ellos) de todo el mundo que buscan revertir la injusta condena.
Quizás aún podamos hacer que nuestro presente no se fusione con el siglo V. Los rostros a veces cambian.

http://impreso.milenio.com/node/8833487

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