viernes, 16 de julio de 2010

La Foto de la Semana

De Tácticas y Estrategias

Horacio Besson

Haití, cuando la tragedia ya no es noticia

El Caribe es noticia. Aunque no todo. Sólo Cuba, al parecer, interesa. Y es cierto, algo pasa en La Habana que impide cerrar nuestro criterio ante lo que está cocinando la nomenklatura. Sus chefs están muy ocupados ante la receta, nueva o vieja, con variantes pequeñas o radicales, que habrá de imponerse en un par de años.

Pero mientras intentamos descifrar el desempolvamiento del Hermano Mayor (con todo y sus preocupaciones sobre el apocalíptico ataque nuclear a Irán) y el porqué del silencio del Hermano Menor (¿prudente? ¿impuesto? ¿voluntario? ¿estratégico?), así como el papel que jugará en el futuro Guillermo Fariñas o si los disidentes excarcelados capitalizarán su recién lograda libertad para lograr la reconciliación en Cuba, olvidamos —o evitamos observar— el drama de millones de haitianos.

El lunes pasado se cumplieron seis meses del terremoto que acabó con la vida de 250 mil haitianos. Bastó un minuto para aniquilar a la de por sí desahuciada esperanza de la nación más pobre de América. Entonces, los titulares, los análisis, las imágenes, las entrevistas, las crónicas de los enviados especiales de los principales medios de comunicación fueron para Haití. El lunes pasado, un semestre después de la tragedia, poco importó reportear y analizar lo que está viviendo-sufriendo la población haitiana. Pero no sólo Haití ha desaparecido de las noticias, también lo ha hecho de los organismos y gobiernos que prometieron asistencia y cuyas arcas se muestran por demás indolentes ante lo no cumplido.

El martes lo afirmaba Leonel Fernández, presidente dominicano: “El proceso de recuperación sigue siendo muy lento, no ha creado un impacto en la población haitiana”. Y daba números por demás desoladores: la población en Haití sólo ha recibido el 10 por ciento de la ayuda internacional prometida. Se ha estimado que el país necesita 10 mil millones de dólares y un plazo mínimo de 10 años para ver la recuperación.

El 15 de enero , tres días después del sismo de 7 grados de magnitud, dijimos en este espacio: “Hace dos años, René Préval, el ahora damnificado presidente, recibía ayuda internacional tras un fuerte huracán que golpeó a la isla. Entonces lanzó una dramática sentencia que ahora retumba más que nunca en nuestras conciencias: ‘Una vez que se agote esta primera ola de compasión humanitaria, seremos abandonados como siempre, verdaderamente solos, para enfrentar catástrofes nuevas y reiniciar, como si fuera un ritual, los mismos ejercicios de movilización’”.

Y sí, René Préval no se equivoca…

http://impreso.milenio.com/node/8800483

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Horacio Besson

¿Quién gana en Cuba?

¿Quiénes ganan ante el anuncio de la excarcelación de los 52 presos políticos cubanos?

Desde luego, los propios opositores que obtendrán la libertad y Guillermo Fariñas que abandona la huelga de hambre después de 135 días. La disidencia interna refuerza su convicción del “si se puede” (en los próximos meses sabremos si sustentada en los hechos o en la ingenuidad) y si se maneja con inteligencia, preparará su estrategia para la era post-Castro.

Sin duda, la Iglesia católica que supo atar los acuerdos. El mérito, más que del Vaticano, es de la grey isleña, encabezada por el arzobispo y cardenal Jaime Ortega. El gobierno español que ha estado presente en la consolidación del acuerdo, merece parte del mérito. El anuncio de la liberación de los disidentes, dado por la Iglesia y no por el gobierno cubano, se da en el marco de la visita de Miguel Ángel Moratinos, canciller de Rodríguez Zapatero. Y, nos guste o no, gana Raúl Castro.

Hay una historia que el propio Fariñas recuerda en un escrito, parte de su libro Radiografía del miedo, difundido ayer por diario El Mundo. Se trata de una especie de anécdota en torno a la forma como Raúl Castro tiene para resolver las cosas.

El suceso habría ocurrido tras el triunfo de la revolución. Tras una sublevación en contra del nuevo gobierno, Raúl decidió que para “neutralizar” la rebelión debería fusilar públicamente a varias decenas de contrarrevolucionarios.

“Fidel le envió un mensaje a su hermano: ‘Por favor, Raúl, modérate con los fusilamientos notorios, nos son muy perjudiciales’”, afirma Fariñas. Y Raúl respondió: “No te preocupes, que los voy a comenzar a ahorcar, para que nadie nos pueda acusar más de derramar una gota de sangre”.

Pero, al parecer, 51 años después, Raúl se ha manejado de forma distinta. La Habana supo actuar aunque haya sido en el límite del tiempo pues la muerte de Fariñas habría sido un golpe de enorme fuerza en su contra. Así, Raúl Castro obtiene oxígeno a nivel internacional. Sobre todo ante la Unión Europea.

Quizá las declaraciones de Fariñas, tras salir de su ayuno, tengan razón: “Esta confrontación entre demócratas versus antidemócratas no tiene vencedores ni vencidos, si no que ha ganado Cuba”.

Ya veremos que dice Fidel en sus interminables “Reflexiones”.

http://impreso.milenio.com/node/8796756

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Horacio Besson


Naomi Campbell y los 50 mil muertos de Sierra Leona


La historia es digna de una nueva secuela de James Bond: ambiciones desmedidas de un hombre africano otrora poderoso, una sangrienta guerra civil con miles de muertos, un descarado tráfico de armas, el embeleso irracional generado por la industria de los diamantes y, desde luego para ser digna del agente secreto británico, una diosa de ébano, escultural y, por muchos años, ama y señora de las pasarelas.

Ayer, el Tribunal Especial para Sierra Leona (TESL) dio a conocer que citó a la modelo Naomi Campbell, en calidad de testigo, en el caso que se le sigue a Charles Taylor.

El embrollo empieza a mediados de los noventas: Taylor, entonces presidente de Liberia (esa utopía inventada en 1847 por EU para alojar —y de paso expiar sus culpas— a cientos de esclavos que obtendrían “en su continente de origen” su anhelada libertad), decide que los asuntos de sus vecinos son sus asuntos. En este caso, Sierra Leona, que vivía inmersa en una cruenta guerra civil.

Taylor otorga su apoyo a los rebeldes del Frente Revolucionario Unido (RUF) proporcionando armas de fuego de forma ilegal a cambio, eso sí, de un pago en especie: diamantes en bruto.

Pero el intercambio de material bélico por joyas tuvo un precio para Sierra Leona: 50 mil muertos. De ahí que el tribunal internacional esté juzgando desde 2008 a Taylor —cuyo caso ha sido trasladado a La Haya para garantizar la seguridad de jueces, fiscales y testigos— por once cargos de crímenes de guerra y contra la humanidad.

En 1997 el destino, el glamour y la galantería del ex hombre fuerte de Liberia le jugaron una mala pasada a Naomi Campbell, cuando en una cena organizada por Nelson Mandela, entonces presidente sudafricano, Taylor decide obsequiarle un diamante. Para aderezar más el caso (y otorgarle un tufillo de amarillismo), la versión del supuesto regalo a la modelo fue proporcionada por la ex de Sinatra y Woody Allen, Mia Farrow.

Ahora la corte, bajo el auspicio de la ONU y del gobierno de Sierra Leona, quiere a la modelo como testigo para que cuente su versión de los hechos ante los argumentos de la fiscalía que asegura que el diamante regalado demostraría que Taylor negociaba con la insurgencia sierraleonesa.

El TESL “ordena que la acusación prepare y someta inmediatamente una citación de comparecencia” y ordena transmitirla “a las autoridades competentes del Estado donde reside Campbell”. De no acudir a la cita este 29 de julio, la modelo (famosa por el escultórico cuerpo y por su carácter iracundo), “incurrirá en un delito de desacato”.

Dicen que un “diamante es para siempre”. En este caso, puede traerle a Campbell más que una eternidad del mentado alótropo de carbono: siete años de prisión o 150 mil dólares de multa.

http://impreso.milenio.com/node/8793187

lunes, 5 de julio de 2010

La Foto de la Semana

De Tácticas y Estrategias
Horacio Besson

México-Francia: la necesidad de un triunfo

¿Cuándo veremos de nuevo al sol?
(“Nocturno de la ciudad abandonada”)
Octavio Paz

Bicentenario del inicio de la independencia. Su máximo símbolo está rodeado por miles. Vítores, sonrisas, cornetazos y el “puuuuuuuuuuuuuuuuuuutos” infaltable. El ángel retumba. Almas que se dejan ondear en bandera tricolor.
El orgullo es esférico y la valentía para defender a la patria se vive en los pies. No hay más: a miles de kilómetros, fuera del territorio nacional, el nacionalismo retumba en el campo de batalla.
No es en el Castillo de Chapultepec envolviéndose en una bandera. No es en la toma de la Alhóndiga de Granaditas encarnados en El Pípila ni tampoco con el Ejército de Oriente defendiendo a Puebla de los Ángeles (Zaragoza) sino en Polokwane, Sudáfrica, donde se revalida el ser mexicano.
El dos cero sobre la selección francesa de futbol significa más que un supuesto refrendo del triunfo sobre las tropas de Napoleón III hace ya 148 años.
El mexicano de ahora tiene una enorme e imperante necesidad de un soplo de alivio ante su cotidianidad asaltada por todo tipo de amenazas: Pandemias mutadas en temores y de encierros impuestos donde tocarse se volvía prohibitivo; violencia en cada poro de esta tierra, donde cabezas humanas caen como frutos podridos y donde el fuego cruzado lo mismo mata a niños como a estudiantes y amas de casa. La palabra narco domina en los titulares de periódicos y noticiarios, en calles y vidas de millones. Y la eternamente recurrente crisis económica carcomiendo el bolsillo.
Todo, embrollado por esa Generación del No, entiéndase políticos de todo signo, color e ideología, que dilapida oportunidades para clausurar al (nuestro) futuro.
Sentir orgullo de pertenecer a un país triunfante y envidiable. Eso quiere el mexicano. En cualquier área, disciplina, campo o circunstancia. Y ayer, Javier Hernández Chicharito y Cuauhtémoc Blanco le dieron esa satisfacción.
¿Superficial? ¿Olvidable? ¿Manipulable por televisoras, trasnacionales y políticos? Quizá, pero es una válvula de escape que los 110 millones de mexicanos necesitan ahora y que no encuentran en otro lugar.
Ayer, el mal llamado Ángel de la Independencia retomó por unas horas su verdadero significado y origen: el de ser una diosa, Niké. La divinidad de la Victoria.

http://impreso.milenio.com/node/8786183