Abelardo (o Big Bird) debe estar pensando en restregar su amarillo plumaje en la cara de Romney al tiempo que le enseña a deletrear la palabra “L-O-S-E-R”; Bo, el perro sin raza pura (“como yo”, bromeó alguna vez Obama) seguirá haciendo hoyos en el jardín de la Casa Blanca por otros cuatro años más. No es para menos: Barack Obama logró la reelección.
No solo el pajarraco de Plaza Sésamo y el First Dog suspiraron de alivio ante el portazo a Romney, también el mundo entero (salvo Netanyahu y su tropa) se tranquilizó ante los resultados de las elecciones estadunidenses.
Pero mientras la familia Obama y los 65 millones de electores que votaron por el demócrata festejan, las manecillas no se detienen y llevan al 44° presidente a nuevos retos que, de no resolverse, pondrían en verdaderos aprietos a toda la comunidad internacional.
La Casa Blanca y el Capitolio lo saben: al tiempo que los estadunidenses ya viven la temporada de fin de año (Halloween se enlaza con el puente del Thanksgiving day del 22-25 de noviembre y de ahí, Navidad y al Happy New Year), el llamado “abismo fiscal” se ve cada vez más cerca.
Si los demócratas no logran ponerse de acuerdo con los republicanos —que dominan la Cámara de Representantes— para lograr recortar el enorme déficit, los impuestos aumentarán de manera automática el primer día de 2013 sin contemplaciones al mismo tiempo que habrá grandes recortes al gasto público.
Esto costaría a los norteamericanos 559 mil millones de dólares. Un verdadero precipicio para sus bolsillos. Recesión segura, presagian los expertos. Con una Europa hundiéndose (Alemania presenta ya cifras nada esperanzadoras) y una China que ya no crece tan vertiginosamente, el suspiro de alivio que el mundo exhaló tras conocerse el triunfo de Obama podría convertirse en un grave lamento.
Además, ya sabemos la vieja sentencia: cuando a Estados Unidos le da gripa, a México le da pulmonía.
¿Negro abismo a la vista? Si; de ahí el nerviosismo y las advertencias en los pasillos del poder de todo el mundo. Pero ni los demócratas ni los republicanos tienen instintos suicidas. Sabrán, deberán, pactar y lograr un consenso.
Obama cederá en algunos puntos y los republicanos, ante la estrepitosa derrota ideológica de sus propuestas fiscales y de recortes sociales, en otros.
Sus electores estarán observando… el mundo, también.
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