viernes, 22 de enero de 2010

De Tácticas y Estrategias
Por Horacio Besson


"Yo escribiré la Biblia perfecta"

"Yo soy Jesucristo. Os anuncio el fin del mundo”. Mehmed Alí Agca pronunciaba su “divina” revelación al comienzo del juicio por el fallido atentado contra Juan Pablo II.
Era la Roma de mediados de los ochentas. La guerra fría era el telón para las historias de espionaje que corrían en ambos lados de la Cortina de Hierro.
En ese ir y venir de conspiraciones, Alí Agca se enfrentaba en 1985 al proceso judicial para determinar si el frustrado ataque para matar al Papa era resultado de un truculento plan orquestado por la entonces Unión Soviética.
Para este fin de semana, a 25 años de su autoproclamación como “El Mesías”, Alí Agca estará contemplando una blanca Ankara (el meteorólogo promete ligeras nevadas para la capital turca) en completa libertad.
Vendedor de agua y de carbón, simpatizante de la extrema derecha, miembro de grupos terroristas palestinos, delincuente de poca monta, trotamundos, asesino y prófugo. De casi todo ha sido este turco de 52 años.
Pero sin duda, su paso a la Historia se concretó a las 17 horas con 21 minutos de un romano 13 de mayo de 1981 cuando tres balas de su Browning nueve mm, y ante 20 mil fieles, alcanzaron abdomen, mano izquierda y brazo derecho del Papa polaco.
A partir de ese momento, el megalómano se convirtió en una especie de trapecista en el que lo mismo obtuvo clemencia papal, reducción de condena por buena conducta como un indulto, en 2000, por parte del gobierno italiano.
El pasado lunes este autoproclamado miembro de la Providencia salió libre de una cárcel de Estambul, tras purgar una condena por el asesinato de un periodista turco en 1979. Obstinado, y con una demencia que resulta muy oportuna para el establishment, nos recordó que es el “eterno Mesías” y que el fin del mundo está por llegar. “Todo el mundo desaparecerá al final de este siglo”, vaticina (tenemos 90 años para disfrutarlo). Y aún hay más: es el escritor y redactor que la humanidad esperaba: “La Biblia está llena de errores. Yo escribiré la Biblia perfecta”.
Coincidencias de la vida (y de la muerte): Francesco Pasanisi, el policía que saltó al coche en el que viajaba Juan Pablo II para protegerlo de los disparos, falleció el mismo lunes en el que Alí Agca dejaba la prisión. El otro gendarme que ayudó al Pontífice, Alois Estermann, fue asesinado en 1998, junto a su esposa, por su cabo asistente de 23 años que terminó suicidándose.
Comparando, lo hecho en la misa de Gallo de la Nochebuena pasada por Susanna Maiolo en su efusiva iniciativa de abrazar a Benedicto XVI, que quizá por una diabólica intervención confundió a Ratzinger con un quarterback del equipo contrario al que había que tacklear, es pecata minuta. Sin embargo, la facilidad que tuvo la trastornada ítalo-suiza la pudo tener cualquiera con intenciones muy distintas.
Por cierto, el móvil del intento de asesinato de Juan Pablo II sigue siendo un misterio.


http://impreso.milenio.com/node/8707383

1 comentario:

  1. Y quizá nunca sepamos qué fue lo que motivó al turco a atentar contra la vida del Papa Juan Pablo.
    Interesante comentario.
    http://footboleando.blogspot.com

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