viernes, 15 de enero de 2010

De Tácticas y Estrategias
Por Horacio Besson

Haití, cuando el país duele

"Produce una inmensa tristeza pensar que la naturaleza habla mientras el género humano no escucha."
Víctor Hugo



En 1804, sólo dos países de toda América presumían su status independiente: Estados Unidos y Haití. Hoy, más de 200 años después, la Historia muestra su doloroso sarcasmo: al tiempo que EU es, aún, la nación más rica y poderosa del planeta, Haití es el país más pobre de todo el continente.
Haití es sinónimo de miseria y desolación. No hay más para este territorio del tamaño de Nayarit y en el que cada uno de sus habitantes gana, en promedio, tres y medio dólares diarios (un nayarita gana 13 dólares al día). La economía haitiana es tan pequeña que cabe en una bolsa de súper: bastan 10 días para que Walmart venda el equivalente del PIB de todo un año del país caribeño. Un año de ventas de la compañía estadunidense equivale a 36 años de riqueza haitiana.
Las exportaciones no llegan ni siquiera a los 500 millones de dólares. Dimensionemos: el Grupo Modelo –sí, el de la cerveza Corona—vendió al exterior 2,774 millones de dólares en 2008. Datos económicos que van más allá de las estadísticas y que cuando aterrizan en la realidad diaria, estremecen: ocho de cada diez haitianos viven en la pobreza extrema.
Pero si la economía pone el muñeco, los políticos clavan los alfileres en el macabro rito vudú contra el propio pueblo haitiano.
Apenas independizada de Francia, Haití es botín de la ambición con esbozos caricaturescos –y macabros—de monarquías bananeras, ocupaciones extranjeras (EU), 30 golpes de Estado y dictadores sanguinarios representados en los repugnantes Papa Doc y Baby Doc y sus embrutecidos Tonton macoutes. Casi 30 años de la tiranía Duvalier que, en la danza macabra que se aferra en Haití, asesinó a más de 30 mil personas.
Hoy, los haitianos sufren de nuevo. Esta vez, la fuerza de la naturaleza fue la que se ensañó con este pueblo a través de un movimiento telúrico de 7 grados Richter y un minuto de duración. Y la miseria de siempre se encargó de potencializar el dolor que pudo haber sido menor. Una comparación: el temblor del 22 de enero de 2003, con una magnitud de 7.6 Richter y 50 segundos de duración, que asoló el centro y occidente de México, principalmente a Colima, apenas causó daños.
Hace dos años, René Préval, el ahora damnificado presidente, recibía ayuda internacional tras un fuerte huracán que golpeó a la isla. Entonces lanzó una dramática sentencia que ahora retumba más que nunca en nuestras conciencias: “Una vez que se agote esta primera ola de compasión humanitaria, seremos abandonados como siempre, verdaderamente solos, para enfrentar catástrofes nuevas y reiniciar, como si fuera un ritual, los mismos ejercicios de movilización”.
Una demoledora frase con tintes de premonición que, seguramente, será nuevamente cumplida.

http://horaciobesson.blogspot.com/

2 comentarios:

  1. Señor Besson:

    Parece que la estela de mediocridad de Marín, está haciendo escuela. Hace unas semanas protestó, se rasgó las vestiduras contra los que según él no tienen ética. Denostó a Granados Chapa, a la Jornada, a Carmen Aristegui por las "calumnias" en contra de la SSP. ¡Cómo!, chilló, acariciando freudianamente sus dedillos. ¡A los periodistas sí los rescató la sacrosanta SSP! Pero, ¡ay!, la vida es dura Sus defendidos dieron una conferencia de prensa en la que confirmaban la falsedad de su dicho y la indignación de Mario Marín, perdón, Carlos (no es lo mismo, pero es igual). Por supuesto que ni las luces de una disculpa a los "calumniadores" calumniados. Ahora, usted escribe frívola e irresponsablemente, sobre la asonada en Ecuador. Condena, pero iguala. Si no hubiese fracasado el intento ¿se da cuenta de las consecuencias? Las formas de Correa son lo menos importante.
    Parece que usted tiene la "ética" de Marín. Es de los que condenan a un violador, pero escribe: bueno, pero también la mujer usaba minifalda y "La trampa estaba a la vista".
    Tiene todo el derecho a ser un reaccionario, pero por lo menos tenga la decencia de respetar su oficio. Le sugiero que cambie su fotografía. Sería horrible que alguien lo insulte en la calle porque usted está provocando que le griten: maricón.

    Manuel Rodríguez.

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  2. Debo decir que no sé manejar bien la computadora y lo tuve que enviar por la figura de "anónimo". No soy así. Mi correo es 1234manuelrodriguez@gmail.com

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