domingo, 14 de marzo de 2010

De Tácticas y Estrategias

Horacio Besson

Lula: cuando dejar de fumar se convierte en un problema

Lula ha dejado de fumar. No ha sido fácil: 50 años dedicados al placer del tabaco. Quizá por ello esté de malas. También el destino le ha jugado alguna mala pasada. Como, por ejemplo, estar en el lugar y el momento inadecuados: siete horas antes de que llegara, el martes 23 de febrero, a La Habana, Orlando Zapata Tamayo moría, tras una huelga de hambre de 85 días.

Lula decidió hablar sobre el asunto. Y habló de más: “Imagine si todos los bandidos que están presos aquí en Sao Paulo entrasen en huelga de hambre y exigiesen libertad”. Y no sólo eso, descalificó la huelga de hambre como método de protesta. Pronto, le recordaron su olvido: “El presidente está siendo incoherente con su pasado”, afirmó el titular de la comisión de Exteriores del Senado, el opositor Eduardo Azeredo. Y es que, como dice la biografía oficial de Da Silva, “en 1980, una nueva huelga de los metalúrgicos provocó la intervención del Gobierno Federal en el sindicato y la prisión de Lula y otros dirigentes sindicales”. Fueron 31 días de prisión. Entonces decidió ponerse en huelga de hambre. Le bastaron seis días.

Guillermo Fariñas, con 17 días de huelga de hambre y agua a cuestas, también le respondió: “Sé que (Lula) nos comparó con delincuentes comunes y esas declaraciones merecen rechazo, Lula está más comprometido con sus ideas políticas de extrema izquierda que con la raza humana”.

Si bien el periodista cubano vive su propia lucha (al borde de la muerte, pide lo hasta ahora imposible: la apertura del sistema cubano), el señalar a Lula como “de extrema izquierda”, es, por demás erróneo. Tal vez por eso, porque en los hechos, Lula desvaneció los temores de los empresarios brasileños que veían en él, al llegar a la presidencia por primera vez, en 2002, una especie de clon de Fidel Castro, y porque se ha convertido, sin duda, en un modelo de la socialdemocracia moderna, que su comportamiento ante la disidencia cubana resulte por demás, desconcertante.

Justo por ello, ayer (al tiempo que la comisión de Relaciones Exteriores del Senado brasileño aprobaba una moción de solidaridad con los presos de conciencia en Cuba) Lula decidió recibir el pedido de la disidencia cubana para que abogue por los presos políticos en la isla. Eso sí, acotó, “bajo el principio de no injerencia en asuntos internos”.

Mientras tanto, Lula lucha con sus propios demonios : “Ya tengo 64 años de edad, no tengo más tiempo para hacer experimentos en la vida. Si usted piensa que el promedio de edad en Brasil es de 75 años, voy a sobrevivir de 10 a 15 años, y los voy a pasar sin fumar”.

A veces, el síndrome de abstinencia del fumador explota por donde uno menos lo espera.

http://impreso.milenio.com/node/8733644

1 comentario:

  1. Gracias por tu solidaridad en el caso de cuba. Te invito a que firmes la carta pidiendo la libertacion de los presos politicos cubanos.

    http://firmasjamaylibertad.com/ozt/

    Laura Garcia

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