De Tácticas y Estrategias
Horacio Besson
Los enredos de Netanyahu
Israel se alista para el Pésaj. Mientras los ultraortodoxos preparaban la matzá, para conmemorar la huida de Egipto hacia la Tierra Prometida, Benjamin Netanyahu hacía lo propio: regresaba de Estados Unidos a su amada Jerusalén.
Un viaje nada fácil. Al parecer, al primer ministro israelí no le están saliendo del todo bien sus movimientos.
En su edición de ayer, el diario Yediot Aharonot afirmó que Barack Obama “humilló” a Netanyahu en el ríspido y hermético encuentro que tuvieron la noche del martes en la Casa Blanca. “Emboscada” se atreve a calificar el rotativo israelí.
Y es que Obama no esconde su furia. Ante la evasiva acción israelí para plantear los primeros gestos concretos para acercarse a los palestinos, Washington se desespera. El gobierno de Bibi, como se le conoce a Netanyahu, tuvo la genial, y “oportuna”, idea de anunciar la edificación de mil 600 viviendas en la Jerusalén ocupada, durante la estancia en Israel de Joe Biden, consciente que el vicepresidente iba con el propósito de concretar un acuerdo de paz entre israelíes y palestinos y sabiendo que la medida era una directa provocación a los árabes.
Sin duda, Yediot Aharonot exagera, pero lo que es un hecho es que la Casa Blanca decidió no esconder su molestia tras el encuentro con Netanyahu.
El lenguaje diplomático tiene sus pequeñas y sutiles formas para ser implacable en lo que quiere decir.
Y Washington no fue la excepción: contrariamente al protocolo, no ha distribuido la foto oficial entre ambos mandatarios y no permitió el acceso de los periodistas, como es lo habitual en las pláticas de un presidente estadunidense con dignatarios extranjeros, al final o al principio de la reunión con Bibi.
Pero si Netanyahu se enfrentó a fuertes tormentas en Washington, en casa no serán menos.
El actual gobierno israelí está compuesto por una coalición entre la derecha, nacionalistas y ultraortodoxos, encabezados por el poderoso Likud, intransigentes a cualquier posibilidad de ceder.
Atrapado por sus propias convicciones y las de sus aliados, Netanyahu, si quiere ceder ante Washington, deberá integrar a su gobierno al partido centrista Kadima.
Mientras tanto, el ministro israelí de Interior, Eli Yishai, da las “gracias al Creador por el privilegio de ser el ministro que aprobó la construcción” de las viviendas en el Jerusalén ocupado.
Huele a pólvora. Bastará solo una chispa para invocar al terrible pasado….
Difícil pascua para Bibi.
Horacio Besson
Los enredos de Netanyahu
Israel se alista para el Pésaj. Mientras los ultraortodoxos preparaban la matzá, para conmemorar la huida de Egipto hacia la Tierra Prometida, Benjamin Netanyahu hacía lo propio: regresaba de Estados Unidos a su amada Jerusalén.
Un viaje nada fácil. Al parecer, al primer ministro israelí no le están saliendo del todo bien sus movimientos.
En su edición de ayer, el diario Yediot Aharonot afirmó que Barack Obama “humilló” a Netanyahu en el ríspido y hermético encuentro que tuvieron la noche del martes en la Casa Blanca. “Emboscada” se atreve a calificar el rotativo israelí.
Y es que Obama no esconde su furia. Ante la evasiva acción israelí para plantear los primeros gestos concretos para acercarse a los palestinos, Washington se desespera. El gobierno de Bibi, como se le conoce a Netanyahu, tuvo la genial, y “oportuna”, idea de anunciar la edificación de mil 600 viviendas en la Jerusalén ocupada, durante la estancia en Israel de Joe Biden, consciente que el vicepresidente iba con el propósito de concretar un acuerdo de paz entre israelíes y palestinos y sabiendo que la medida era una directa provocación a los árabes.
Sin duda, Yediot Aharonot exagera, pero lo que es un hecho es que la Casa Blanca decidió no esconder su molestia tras el encuentro con Netanyahu.
El lenguaje diplomático tiene sus pequeñas y sutiles formas para ser implacable en lo que quiere decir.
Y Washington no fue la excepción: contrariamente al protocolo, no ha distribuido la foto oficial entre ambos mandatarios y no permitió el acceso de los periodistas, como es lo habitual en las pláticas de un presidente estadunidense con dignatarios extranjeros, al final o al principio de la reunión con Bibi.
Pero si Netanyahu se enfrentó a fuertes tormentas en Washington, en casa no serán menos.
El actual gobierno israelí está compuesto por una coalición entre la derecha, nacionalistas y ultraortodoxos, encabezados por el poderoso Likud, intransigentes a cualquier posibilidad de ceder.
Atrapado por sus propias convicciones y las de sus aliados, Netanyahu, si quiere ceder ante Washington, deberá integrar a su gobierno al partido centrista Kadima.
Mientras tanto, el ministro israelí de Interior, Eli Yishai, da las “gracias al Creador por el privilegio de ser el ministro que aprobó la construcción” de las viviendas en el Jerusalén ocupado.
Huele a pólvora. Bastará solo una chispa para invocar al terrible pasado….
Difícil pascua para Bibi.
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