martes, 26 de abril de 2011

De Tácticas y Estrategias

Ecuador, entre charros y Hollywood

Horacio Besson

La escena parece sacada de alguna película mexicana de los años cuarentas (usted escoja a su director favorito, Ismael Rodríguez o a Emilio Indio Fernández): Un exaltado Rafael Correa arenga a una de por sí enardecida multitud de policías. “Si quieren matar al presidente, mátenme…mátenme si tienen valor”, al tiempo que se jaloneaba la corbata y se abría la camisa para mostrar, quizá, el lugar de su pecho donde debería dar la hipotética bala.

Todo intento de subordinación a un gobierno elegido a través de las urnas debe ser condenable y rechazado. Sin cortapisas, titubeos, matices o demoras. Hay muchos elementos en la inconformidad policiaca que nos llevan a pensar que detrás de ella, existió un plan deliberado de presionar lo más posible al mandatario ecuatoriano.

Y la caótica, por decir lo menos, jornada de ayer nos recuerda aquel viejo adagio: si camina como pato, nada como pato, vuela como pato y grazna como pato… y el asedio de ayer a Correa tiene muchos elementos para pensar en un intento de golpe de Estado.

Pero si es por demás reprobable y condenable la actitud de los sublevados, nacida ya sea de un proyecto (el equivalente al pato) para derribar al presidente ecuatoriano o una manifestación válida que se salió de control (equivalente a un ganso), el comportamiento de Correa es, por ingenuo, decepcionante.

La trampa estaba a la vista. Bastaba poner el señuelo. Y Correa fue directa a ella o, como lo afirmó Simón Pachano, de la Flacso, “se fue a meter en la boca del lobo”. ¿El trabajo de su sistema de inteligencia no detectó la posibilidad de la asonada? ¿No le advirtieron sus asesores de los riesgos de acudir al Regimiento Quito? Viendo lo caldeado de los ánimos ¿por qué Correa se olvidó de su investidura y azuzó a los ya de por sí exaltados policías?

Los antecedentes daban para ser cautos: entre destituciones por parte del legislativo, elecciones y golpes, siete mandatarios gobernaron el país en 13 años. Destaca el caso de Jamil Mahuad quien en enero de 2000 fue depuesto por una sublevación encabezada por Lucio Gutiérrez, el mismo que es señalado ahora por Correa. Siendo así, ¿por qué Correa actuó con tanta impericia y candidez?

Si el día inició para Ecuador como un filme de charros mexicanos, éste terminó como una cinta hollywoodense con el espectacular operativo de rescate en medio de una lluvia de balazos entre el ejército y la policía.

Ahora le toca a Correa dar una respuesta. “No habrá perdón, ni olvido”, ha adelantado.

http://impreso.milenio.com/node/8840902

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