martes, 26 de abril de 2011

De Tácticas y Estrategias

Sísifo tiene cólera

Horacio Besson

Se llama Julien y tiene 28 años. En tierra de sol, ha vivido en tinieblas. Para él, como para millones de haitianos, la esperanza es una palabra diluida y lejana. Una especie de utopía. Este año inició como suele hacerlo: con los proyectos de vida que se limitan a la supervivencia diaria. No más. Pero el 12 de enero hizo que su cotidiana lucha entre miseria, violencia y falta de oportunidades laborales se estremeciera y modificara para siempre. Entre los 250 mil muertos dejados por el terremoto, se encuentran su esposa y su hija de 10 años.

Hay un niño de seis años a quién alimentar. El instinto le obliga a inmigrar a la República Dominicana.

El turismo le está dando divisas a la nación dominicana. La pujanza hace que se construyan hoteles de lujo. Y para ello están los haitianos, la principal mano de obra utilizada en la albañilería. Comparado a como estaba en Puerto Príncipe, Julien está en la gloria. Hay trabajo y su hijo, alimento. Pero Sísifo no puede modificar su destino.

Desde el miércoles, el gobierno dominicano ha prohibido que las constructoras contraten albañiles haitianos. ¿El detonante? El miedo a que el cólera entre. Las alarmas se encendieron luego de que se detectó un primer caso. El enfermo, un albañil haitiano, está fuera de peligro. Ayer, Santo Domingo aceptaba que analizaba un posible segundo caso de otro haitiano. Las autoridades dominicanas le tienen pavor a que el cólera entre al país pues saben que un brote de esa enfermedad puede provocar graves consecuencias. Y basta un solo caso. Uno solo, no más. Y pobreza. Mucha miseria.

Scott Dowell, doctor especialista en enfermedades infecciosas del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC por su sigla en inglés) afirma que el cólera pudo haber llegado a Haití a través de una persona infectada, una porción pequeña de comida contaminada o incluso por el agua que transportaba una embarcación.

Como sea, ya van 1,110 haitianos muertos y 18 mil enfermos en pocas semanas.

¿El futuro? Dowell afirma (¿sentencia?): “En lo que respecta a erradicarlo o eliminarlo de Haití, no tenemos muchas esperanzas al respecto”.

Mientras tanto, un desempleado Julien tiene miedo. También coraje. Su hijo, hambre.

http://impreso.milenio.com/node/8867541

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