miércoles, 27 de abril de 2011

De Tácticas y Estrategias

Haití, ¿feliz Año Nuevo?

Horacio Besson

En Haití la devastación se reproduce así misma. Eterna como la desolación que se incrusta en sus habitantes, hace de la desesperanza la bandera de este paupérrimo territorio.

El próximo miércoles se cumplen 365 días del terrible terremoto que, ensañándose con esta nación, llevó a 10 millones de seres al borde del precipicio. No todos se pudieron aferrar a la tierra: al menos 222,570 perdieron la vida (otras cifras afirman que las muertes superan las 300 mil) y un millón y medio vio cómo desaparecía su hogar.

Titulares en los diarios del mundo, complejos análisis, tiempo en televisión, reuniones de diplomáticos, promesas engolosinadas de donaciones a manos llenas, ong’s germinando como nunca. Haití, la pobre Haití sensibilizaba a gobiernos, altruistas espontáneos, organismos internacionales, artistas con caritativos conciertos al tiempo que padres adoptivos brotaban por doquier decididos a adoptar a los simpáticos huérfanos. Una, cientos, miles de manos para el golpeado país.

Un año después, Haití se ve al espejo y encuentra el mismo rostro de siempre: sucio, destruido y abandonado “a la buena de Dios” hasta por su propio gobierno que incapaz de asumirse como Estado, juega a la pantomima de administrar, reconstruir, planificar e incluso, organizar unas elecciones cuyos candidatos se pierden en un limbo de fechas, responsabilidades y acusaciones.

Eso sí, ayer la ministra haitiana de Cultura y Comunicación, Marie Laurence Jocelyn Lassègue, anunció la forma con que habrá de conmemorarse el primer aniversario del sismo: el día 12 se declara no laborable, la bandera a media asta, un minuto de silencio justo a las cuatro de la tarde con 53 minutos (la hora fatídica), “un tono de llamada a los muertos” en las iglesias y las comisarías y la liberación de globos blancos.

¿Y la reconstrucción? ¿Y el proyecto económico y laboral? ¿Y las nuevas políticas antisísmicas? ¿Y los planes de emergencia ante potenciales desgracias (el cólera, por ejemplo)? Irónicas preguntas para un país que no tiene aliento. Entonces, ¿y las donaciones internacionales? ¿Y las promesas de los gobiernos de otras partes del mundo? ¿Y la ONU?

El escritor uruguayo Eduardo Galeano contaba después del sismo, el 7 de febrero en El País Semanal, que “uno de los sobrevivientes, que perdió a su mujer, a sus hijos, su casa, su todo, respondió a la pregunta de un periodista: ‘¿Y ahora? Ahora lloro. Todas las noches lloro. Aquí, en la plaza donde duermo, lloro. Y después me levanto y camino. No sé adónde. Camino. Sigo. Busco la vida. No me preguntes por qué”’.

Un año después, ¿qué será de él?

Sí, un feliz 2011 para Haití.

http://impreso.milenio.com/node/8891421

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