martes, 26 de abril de 2011

De Tácticas y Estrategias

El fantasma europeo

Horacio Besson

Mientras la temporada prenavideña parece impregnar tanto al gobierno surcoreano, que manifiesta su optimismo ante un posible (y muy limitado) acuerdo en la cumbre del G20 para evitar una guerra de divisas, como a Cristina Fernández, Lula da Silva y Felipe Calderón que pidieron a las grandes potencias un compromiso para evitar el choque de los trenes monetarios, en las islas británicas el espíritu de Ebenezer Scrooge se encarga de poner en jaque las esperanzas de toda Europa.

Pero los buenos deseos expresados en Seúl no son suficientes. Difícil será detener a China y a EU en lo que parece una guerra inminente entre el yuan y el dólar. Además, el tímido —e ingenuo— optimismo de la época de fin de año se topa con ese personaje dickensiano que ayer nos recordó que Europa está en problemas. Desde Irlanda, los intereses de los bonos gubernamentales se dispararon a niveles récord ante la desconfianza de los inversores al observar que Dublín ha fracasado en resolver su crisis bancaria y por ende, dirigirse a un default que haría temblar a toda Europa. Y con ella, a todo el mundo. Por si fuera poco, Irlanda no está sola. Portugal también camina por la cuerda floja: la tasa de sus bonos ha saltado toda la semana rompiendo sus propias marcas desde que entró a la eurozona. Y también están ahí, presionados, España y, desde luego, Grecia.

Pero no se trata de notas en torno a la crisis financiera que sólo afectan a los centros financieros. Sus efectos tocan —trastocan — a la gente común. El martes la violencia se impuso a la prudencia británica causando estragos que, en principio, sólo provocaron vidrios y muebles rotos del partido del premier David Cameron. El problema es que la ira de miles de estudiantes puede desbordarse. Los franceses también viven los estragos y deberán dedicarle más años de su vida al trabajo para poderse retirar con cierta dignidad.

La Europa como modelo desvela parte de un rostro no del todo conocido: Italia y Portugal son, junto a Japón y… Haití, las naciones que en los últimos diez años han tenido el menor crecimiento económico a nivel mundial. Una década perdida que, pobre consuelo para nosotros, nos recuerda lo que tantas veces hemos padecido en Latinoamérica.

Y, paradojas de la historia, ¿qué países encabezan la lista de las naciones con mayor crecimiento en esos diez años? Guinea Ecuatorial (ese diminuto país africano, el único que habla español en ese continente) con un 387.45% seguido de Azerbaiyán, Qatar, Turkmenistán y Angola.

http://impreso.milenio.com/node/8863782

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