domingo, 15 de mayo de 2011

De Tácticas y Estrategias

La dulce Amal (o cómo ser una buena esposa de Osama)

Horacio Besson

Un familiar, entrevistado por CNN, la describió como “una adolescente tranquila, amable, tolerante y confiada”. Claro, eso fue hace más de una década, cuando sólo tenía 18 años y estaba soltera.

Eran otros tiempos, cuando la fatalidad aún no llegaba: las Torres Gemelas eran sólo una referencia para los empresarios y para los turistas.

Amal al-Sadah, insiste su pariente a la cadena estadunidense, era lo que suele llamarse una “niña bien”, nacida en “buena cuna” de una numerosa y conservadora familia yemení, ajena por completo a Al Qaeda.

Pero el amor todo lo cambia. Y la dulce Amal se transformó. Todo empezó cuando en julio de 2000, la joven contrajo matrimonio, arreglado entre familias como exige la tradición, con Osama bin Laden. Él habría pagado una dote de cinco mil dólares.

Al-Sadah pronto le dio una alegría a su amado esposo cuando, fruto de la unión, nació Safiyah en Kandahar, Afganistán. La primogénita nacía pocas semanas después del funesto 11-S. Doble alegría para Osama.

Amal Ahmed Abdel-Fatahal-Sada, ahora tiene 29 años y es viuda. Y de acuerdo a versiones de la siempre misteriosa y dubitativa autoridad paquistaní (Washington no ha dicho gran cosa al respecto), estuvo presente el pasado 1 de mayo cuando un escuadrón de Seals ultimó con un balazo en la cara a Bin Laden (“trozos de cerebro colgando”, ha dicho el senador republicano por Oklahoma James Inhofe, al describir el cadáver).

Además de Amal, otras dos esposas de Osama, identificadas como Umm e Hamza y Umm e Jalid, habrían estado en el momento en que el “Team 6” de los marines mató a Osama.

Pero Al-Sada resultó la más aguerrida, la que demostró que el amor es sacrificio: al ser tomados por sorpresa por los estadunidenses y ante un Osama desarmado, la yemení no dudó en interponerse entre las disparos de los atacantes y su querido esposo recibiendo un balazo en la pierna.

Hoy, ella y las otras dos viudas, están retenidas por el gobierno paquistaní. Sin duda ya han sido interrogadas por Islamabad y quizá por Washington. No hay cargos contra Amal. Pronto deberá regresar a la pequeña población de Ibb, a 160 kilómetros al norte de Saná.

¿Y la pequeña Safiyah? Para ella, Osama tenía muchos planes a decir del periodista paquistaní Hamid Mir que lo entrevistó poco después del 11-S: “La llamé así por Safiyah, quien mató a un espía judío en la época del Profeta. (Mi hija) va a matar a los enemigos del Islam como Safiyah”.

http://impreso.milenio.com/node/8958321

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