domingo, 15 de mayo de 2011

De Tácticas y Estrategias

Morir con la cámara en mano

Horacio Besson

Si tus fotos no son lo suficientemente buenas

es que no te has acercado lo suficiente

Robert Capa

Ayer, AFP trasmitía una imagen tomada por Odd Andersen, uno de sus fotógrafos, en la ciudad libia de Bengasi: en una mesa, dos cámaras Canon resguardadas por una vela encendida.

Las cámaras simbolizaban a Tim Hetherington y Chris Hondros muertos el miércoles en Misrata víctimas de un ataque con mortero realizado en los combates entre rebeldes y tropas de Muamar Gadafi.

Para los fotógrafos y camarógrafos, la cámara es más que un instrumento, es una fiel e irrestricta compañera. Eterna aliada que se convierte en extensión de su propio cuerpo, mirada, estética, criterio, experiencia, sensibilidad y responsabilidad: es una especie de álter ego. Fusión total.

Hetherington y Hondros eran corresponsales de guerra. Con cámara en mano, captaron esas imágenes del mundo violento y confrontado: el combate, la decadencia, el dolor y la desolación. Fue trabajar con la muerte constantemente, capturarla en el instante preciso en una pequeña caja negra.

“He filmado de todo. Soy fotógrafo, soy un creador de imágenes, yo estoy acostumbrado a esto, es lo más intuitivo para mí”, afirmó en enero de 2010 Hetherington en el marco del Festival de Cine Independiente de Sundance tras ser proyectado su documental Restrepo, que retrata la vida cotidiana de los soldados estadunidenses en Afganistán y nominada al Oscar en su pasada entrega.

Pero Hetherington y Hondros no son una excepción. Simplemente sus muertes son las más recientes de un largo historial. Los ejemplos abundan a través de los años y de las distintas guerras.

Dentro de un mes se cumplirán los 57 años de la muerte de Robert Capa, el más emblemático de los corresponsales gráficos.

Capa cubrió gran parte de las confrontaciones bélicas del siglo pasado: desde la Guerra Civil española (Muerte de un miliciano republicano tomada en 1936, pese a las dudas de si fue escenificada, es en una de las fotos más importantes de la historia), la invasión japonesa a China en 1937 hasta la II Guerra Mundial (estuvo presente en el desembarco aliado en Normandía, el 6 de junio de 1944). Una década después, Capa (o Ernest Friedmann, nombre de nacimiento) cubre la guerra entre vietnamitas y franceses. 15 de mayo de 1954, cámara Nikon en mano, el húngaro de nacimiento camina por la selva y da un mal paso para encontrarse con una mina que lo mata.

Ironías de la vida: 16 años antes, Friedmann vivía una relación profesional y sentimental con la alemana Gerda Taro, pseudónimo de Gerta Pohorylle. Juntos cubrieron la guerra entre franquistas y republicanos. En julio de 1937, a los 26 años, Taro murió al caer del vehículo en que se desplazaba, viajaba en el estribo, y ser atropellada por un tanque republicano de forma accidental.

http://impreso.milenio.com/node/8947723

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